La falta de legitimidad de los partidos políticos y su incapacidad para formar nuevos perfiles acordes a las necesidades de la población ha propiciado que las candidaturas ciudadanas se pongan de moda y se utilicen como bandera para desmarcarse, sin desmarcarse, de la clase política y acercarse de forma artificial a la ciudadanía.
Personalmente olvidé cuántas veces he escuchado a una candidata o candidato decir que es ciudadano, que no es político y que no milita en ningún partido, como si eso bastara para ser una buena opción.
Tan solo entre quienes aspiran a la presidencia municipal de Mexicali existen personas que presumen ser candidaturas ciudadanas y ser lejanos a la clase política.
Uno es Francisco Fiorentini Cañedo, un empresario mexicalense que; al menos formalmente, no milita en el Partido Acción Nacional (PAN), pero que desde hace muchos años ha sido cercano al blanquiazul e incluso él mismo reconoce que coincide con sus principios; solamente le falta el documento.
Por el mismo rumbo anda Jaime Navarro Celaya, otro empresario mexicalense que navega con bandera ciudadana, aunque vale aclarar que al menos él ha reconocido ser militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pese a que apenas lo haya hecho en 2022.
Mismo caso el de Miguel Alejandro Delgado García con Movimiento Ciudadano, quien se vende como empresario del sector de la construcción, además de que no milita en el partido que lo postuló.
Entre las mujeres tenemos a Karla Arvizu Rashid, postulada por el Partido Encuentro Solidario de Baja California (PESBC), y que muchos conocen principalmente por ser una de las fundadoras del Colegio México Americano, además que ha sido empresaria en muchos sectores, es decir, todo alejado de la política.
Por ahí también vemos a María Guadalupe Lizárraga Hernández, postulada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien presume su labor como escritora y periodista independiente, reconocida nacional e internacionalmente, y que cada que puede se deslinda del partido al señalar que participa bajo la figura de “candidata ciudadana”.
También tenemos a Guadalupe Jackes Contreras, postulada por el partido Fuerza por México. Una candidata que, si bien presume ser muy cercana a la clase empresarial mexicalense, la realidad es que ha ocupado cargos públicos, principalmente en el SAT y en la Aduana de San Luis Río Colorado. De alguna u otra forma ha sido cercana al poder.
Selene Cota y Guadalupe Mora ya las conocen. La primera es dirigente de los burócratas en esta ciudad y es postulada por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), no puede haber nada más cercano a la clase política.
La segunda fue fundadora de Morena, hoy es postulada por el Partido del Trabajo (PT), es fiel seguidora de Andrés Manuel López Obrador y hasta coincide con Jaime Bonilla; no hay mucho para defenderla.
Y finalmente la cereza en el pastel es nuestra alcaldesa Norma Bustamante, quien cada que puede recuerda que proviene del ambiente artístico y cultural de la ciudad, así como de los medios de comunicación, por lo tanto, no forma parte de la clase política. Sin embargo, como que no quiere la cosa ya formó parte de gobiernos priístas, panistas y ahora hasta con Morena, donde por cierto sigue sin militar.
La descripción anterior la hice para que conocieran un poco a las personas que buscan la alcaldía de Mexicali, pues de las 9, cuando mucho dos reconocen formar parte de un partido, el resto aseguran ser candidaturas ciudadanas.
Pero lo anterior es una absoluta mentira; no existen las candidaturas ciudadanas cuando son postuladas por un partido político.
Es verdad que siguen siendo ciudadanos, como lo somos todos, y tienen derecho a participar en política, incluso sin necesidad de militar en algún partido, pero que no mientan cuando dicen que son candidaturas ciudadanas.
En realidad, llegaron a esas candidaturas gracias a la estructura partidista, la cual utiliza recursos públicos para postularlos y promoverlos, algo que para un ciudadano sin partido es muy complicado en la actualidad.
Si fueran candidatos independientes sería otra historia, ya que tendrían que luchar por la candidatura con sus uñas y dientes, enfrentándose a un sistema político diseñado para favorecer a la clase política.
Quienes presumen sus “candidaturas ciudadanas” y son postulados por un partido, arrastran una serie de compromisos que eventualmente tendrán un costo; no son independientes y muy lejos están de ser ciudadanos, es decir, se convierten en parte de la clase política.
Comprendo que se crean la mentira, finalmente tomaron el camino fácil para llegar al poder, pero mientras la clase política no permita que las personas participen de forma independiente y equitativa, no podemos decir que existan las candidaturas ciudadanas.
*El autor de esta columna es cofundador de la Agencia Informativa RadarBC
Twitter: @ArmandoNieblas
Facebook: @armando.nieblasdc
También te puede interesar: VOZ EN OFF: El Tribunal Electoral que tuvo miedo
Reportero mexicalense.
Me gusta el periodismo de datos y la investigación.
Me alimento de café, buenas pláticas y consejos.