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miércoles, 4 diciembre 2024
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    Aguas cachanillas; recuerdos del barrio

    Aguas Cachanillas, columna de opinión ¿Qué te viene a la cabeza cuando piensas en  Mexicali? ¿Industria? ¿Frontera? ¿Calor?

    Si eres de las personas, que le viene a la cabeza otros paisajes y temporadas, quizá son tus saberes y experiencias del barrio, de generaciones migrantes asentadas y/o ancestrales.

    En mi caso, soy de la tercera generación de migrantes asentados en Pueblo Nuevo, provenientes del interior de la República, mi nana, que en paz descanse, llego aquí en 1930, viuda, sin un peso encima, y con mi tía Cristina en brazos, habían logrado huir de los cristeros, que asediaron el bautizo de mi tía dentro de su comunidad en Jalisco.

    Para llegar a Mexicali, les toco cruzar el Golfo, luego andar en carreta hasta la ciudad que recién daba inicio, y donde el río aún fluía, puesto que las primeras presas como la Hoover (1935), Glen Canyon (1962), y la presa Morelos, la cual restringió el paso del Río Colorado hacia el Alto Golfo,  fue activada hasta 1950, como resultado desarrollo y ecocidio.

    Mi nana consiguió trabajo, y piso para dormir en la Central de Abastos, y al tiempo, empezó a cruzar para trabajar en el campo en el otro lado, haciendo uso de sus saberes y experiencias previas a su migración, lo que le permitió juntar suficiente dinero para comprar un terreno en Pueblo Nuevo, en el que empezó su propia siembra para abrir su tortillería.

    Para mitad de los años 40’s, mi nana se había vuelto a casar, pero a los pocos años quedo viuda de nuevo, y de una hija, paso a tener 8 hijos, lo que la llevo a elegir, quienes tendrían el privilegio de cruzar el Río Nuevo en balsita para ir a la Primaria más cercana, ahora Casa de la Cultura, el Río Nuevo tenía poco más de la década, provocado a causa de un desvió del Río Colorado, y pronto poblado por especies de fauna y flora nativas. Mi papá nacido en 1959, en Pueblo Nuevo, a dos cuadras del Río Nuevo, me cuenta que ahí había “mucha, mucha agua, conchitas, gallitos del desierto, y más”, a él le toco vivir del río, por las tardes iba con sus hermanos y vecinos a bañarse, a  jugar y pasar el rato,  mientras que por las mañanas bajaba a pescar, para luego vender su pesca en los restaurantes al otro lado del río, en esos años el agua había disminuido por lo que se cruzaba el río ya no con una balsa, sino por medio de un puentecito de madera, el cual también le tocó a mi hermana mayor, para ir a la Primaria, esto en la década de los 80’s, el puentecito además sirvió para separar clases sociales, con efectos más grandes de lo que solemos dimensionar.

    Les cuento, antes de que llegará la Colorado River Company y las familias adineradas, de banqueros, y funcionarios, este territorio ocupado que es Cucapah, era de abundancia y vida digna, para las diferentes formas de vida, con arroyos, lagunas y ríos, mismos que desembocaban en el Alto Golfo, con hartos brotes de agua por doquier, para sostener los bosques ribereños de álamo y mezquite, sin la salinidad en el mar, ni en los caminos del Valle hasta San Felipe, como vemos ahora.

    Aún recuerdo en mi niñez cuando vivía en la Colonia Independencia y luego por la Novena, cuando era periferia, y zona de agricultura, las largas lluvias, y las aves en los canales, como parte del paisaje cotidiano, tengo muy presente, cuando salía en bicicleta  y me tocaba ver liebres correr, escuchar a los coyotes a lo lejos, y pedalear con más fuerza a casa. Ahora, cada vez que paso por estas zonas, y veo los canales tapados, los múltiples fraccionamientos, plazas y estacionamientos, siento una profunda tristeza, y me pregunto ¿cuándo cesará el desplazamiento? ¿Cuándo dejaremos de pensar en desarrollo?

    Y para quienes buscan una desconexión de tanto barullo, y conexión con la naturaleza, hay un bosque ribereño en el Valle de Mexicali que crece, se extiende en la Laguna Grande, un proyecto dirigido por el Sonoran Institute, asociación binacional, E.UA. – México, con las manos y esfuerzos de la población de la zona, quienes por más de una década han restaurado este espacio, y ha permitido el regreso e incremento de poblaciones de fauna que pensamos prácticamente extintas en el municipio, como son los castores, así es, ¡castores! ¿Ya imaginas el nivel de agua que había, y atravesaba Mexicali? Además, de mapaches, gatos montes, coyotes, zorrillos, 36 especies de aves como correcaminos, lechuza campanario, gavilán pescador, garzas, y por supuesto el ecosistema desértico. Ya que parte de Laguna Grande colinda con el gran Desierto de Sonora, el de mayor biodiversidad en el mundo, aquí esta, somos parte de él, estamos entre dos ecosistemas llenos de posibilidades, un cruce de fronteras, más allá de los muros, donde reside una potencia para las interacciones humanas, entre especies nativas, y migratorias.

    Sin irnos muy lejos, aquí mismo en la ciudad, tenemos un Sistema Lagunar, reconocido por el convenio Internacional Ramsar, que lo posiciona como sitio vital para las aves acuáticas, este se encuentra entre las Lagunas Campestre – México – Xochimilco, ¿has visto las aves?

    Para nuestra gran fortuna, ciudadanas y ciudadanos organizados del colectivo Salvemos las Lagunas, quienes desde 2017, han restaurado la zona de la Laguna “sin dueño”, el lado punk, donde no hay que pagar cuota, ni cumplir horarios de visita, y poco a poco empieza a verse como fuera en los años 60’s, en esta laguna mi papá y tíos aprendieron a nadar, era donde el barrio en temporada de primavera a verano pasaba sus mañanas a tardes.

    Por último contarles que los avistamientos de aves nativas y migratorias son de todo el año, pero cuando podemos ver a las más de cuarenta especies, y ver la laguna con cientos de aves que buscan refugio en este Sistema Lagunar, les recomiendo el período de Septiembre a Marzo, para deleite sensorial, hay aves playeras como las garzas, gavilanes, gaviotas mis favoritas, achichiliques, chorlos, pedretes, pelícanos, y las aves nativas que son más de tierra firme, como es el tecolote llanero, a quien seguido le destruyen sus nidos los que andan en la Laguna México como si fueran las dunas del desierto, así que si luego les pican en sus cabeza los tecolotes es porque justo están en zona de anidación. ¡Aguas!


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    Violeta Miranda
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